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Con el rápido avance de los vehículos de nueva energía y los vehículos inteligentes, la cantidad y la densidad de potencia de los equipos electrónicos a bordo continúan aumentando, lo que convierte la gestión térmica en un desafío cada vez más destacado. La electrónica automotriz...

Automotriz

Con el rápido avance de los vehículos de nueva energía y los vehículos inteligentes, la cantidad y la densidad de potencia de los equipos electrónicos a bordo continúan aumentando, lo que convierte la gestión térmica en un desafío cada vez más destacado. La electrónica automotriz incluye controladores del motor, inversores, convertidores DC/DC, sistemas de gestión de baterías (BMS), cargadores a bordo (OBC), controladores de dominio ADAS y faros LED. Estos componentes principales generan una cantidad considerable de calor durante operaciones prolongadas y bajo condiciones de alta carga. Un diseño térmico inadecuado puede provocar sobrecalentamiento de los componentes, degradación de la eficiencia o incluso fallas, comprometiendo así el rendimiento general y la seguridad del vehículo.

El complejo entorno operativo automotriz impone exigencias rigurosas sobre los disipadores de calor. Los vehículos deben mantener un rendimiento estable en un amplio rango de temperaturas, desde frío extremo hasta calor intenso, lo que requiere que los disipadores soporten ciclos térmicos de -40°C a 125°C o más. Además, las vibraciones e impactos frecuentes durante la operación exigen una alta resistencia mecánica y resistencia a la fatiga para evitar fracturas en las aletas o fallos en las uniones soldadas. La electrónica del vehículo es sensible al peso, por lo que se necesitan radiadores lo más ligeros posible para reducir el consumo energético general y prolongar el alcance de conducción.

Los inversores y controladores de motor utilizan predominantemente disipadores de calor de gran tamaño, extruidos o forjados en frío, integrados con tubos de calor o difusores térmicos. Esta configuración transfiere rápidamente el calor desde los módulos de potencia hacia las aletas de enfriamiento, disipándolo mediante convección natural o enfriamiento por aire forzado. Para vehículos de alto rendimiento o aplicaciones pesadas, se emplean soluciones con placas refrigeradas por líquido, que circulan un refrigerante para extraer el calor y garantizar que los módulos de potencia operen dentro de rangos térmicos óptimos. Las lámparas LED para vehículos suelen utilizar disipadores de calor monolíticos fundidos a presión o disipadores con aletas en forma de pasador, asegurando una eficiencia luminosa estable al tiempo que cumplen con requisitos estéticos y de ligereza. Las unidades BMS y OBC, al ser más compactas, suelen emplear disipadores de calor miniatura mecanizados por CNC o carcasas de aluminio, con tratamientos superficiales que mejoran la resistencia a la corrosión.

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